Las oportunidades del Hidrógeno Verde en Asturias

La trasformación del sector energético en Asturias tiene entre sus estrategias potenciar el uso de las energías renovables de la región, no solo porque reduce las emisiones GEI y disminuye la dependencia energética, sino porque genera crecimiento económico y empleo sostenible (que puede compensar la pérdida de empleo asociado a la energía del carbón). En este sentido, la producción del Hidrógeno Verde ofrece en Asturias una gran oportunidad de aprovechar al máximo sus recursos eólicos para generar la electricidad renovable necesaria en la electrólisis del agua. Este observatorio recoge los efectos sobre la producción y el empleo de la producción de Hidrógeno Verde en Asturias para el periodo 2020-2030. En concreto, se estiman los efectos de las inversiones en energías renovables e infraestructuras en el sector eléctrico. Los impactos estimados se derivan de las inversiones asociadas a las actuaciones relacionadas con la Estrategia de Transición Energética Justa de Asturias (Gobierno del Principado de Asturias, 2021) que hasta el año 2025 se prevén que sean de más de 1.900 M€ y que alcancen un valor de más de 6.500 M€ para 2030.
El análisis de la incidencia en Asturias se calcula por cada millón de euros invertido en esta Estrategia de Transición y se presenta para dos escenarios: Base y Tendencia. Los escenarios están definidos de acuerdo con el reparto por conceptos (Renovables y Redes y electrificación, entre otros) de la inversión total para la Transición Energética en España recogido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 del Gobierno de España (2020). Los impactos socioeconómicos estimados, a partir de la modelización Input-Output, de la inversión en Energía eólica e infraestructuras en el Sector eléctrico muestran un incremento en la producción sectorial y en el empleo regional de importancia. En concreto, por cada millón de euros invertido, se generará un aumento de la producción total anual de la economía de 1,6 millones, de los cuales la mayor cantidad, si se considera el escenario tendencial, repercutiría en los sectores de energía eólica (28,5%) y de material eléctrico (27,2%). En lo que se refiere al empleo, con la misma inversión y escenario, el aumento máximo del empleo total anual (que se alcanza con la construcción de los aerogeneradores) sería de 399 personas, de las cuales un 38,8% se produciría en el sector de energía eólica y un 34,3% en el de material eléctrico.

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Sofía Jiménez estará con nosotros durante el mes de abril y mayo. Sofía es ayudante doctor en el Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza. Obtuvo su doctorado en Economía por la Universidad de Zaragoza en 2018. Ha realizado varias estancias de investigación en universidades de prestigio como la Universidad de Groningen y estuvo un año trabajando como Economic Analysis Assistant en JRC Sevilla (Comisión Europea). También ha formado parte del comité organizador de workshops y seminarios como los Brown Bag Seminars celebrados en la Facultad de Economía y Empresa de Zaragoza. Sus líneas de investigación son análisis input-output, globalización y cadenas de producción y cambio tecnológico.

Seguro que es una ocasión idónea para avanzar en trabajos conjuntos.

Podéis consultar su perfil en la Universidad de Zaragoza en el siguiente link:

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Durante los próximos tres meses contaremos con Carolina Guadalupe Victoria Martínez (Colegio de México) y Valentin Josué San Agustín San Agustín (UNAM). Ambos investigadores están en su momento de desarrollo de su tesis doctoral, por lo que es un momento ideal para comenzar nuevas investigaciones cruzadas.

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Historia reciente de resiliencia: Asturias y sus concejos

En los últimos años, la economía mundial se ha mostrado cada vez más vulnerable a las crisis acontecidas. Hechos recientes como la pandemia COVID-19, o la invasión de Ucrania ha resaltado la interconexión económica de los territorios y la alta volatilidad del marco económico de referencia. La heterogeneidad observada sobre el grado de susceptibilidad a estas posibles perturbaciones externas ha exacerbado el interés por promover la resiliencia económica de los territorios. Estudiar la capacidad de una economía para resistir y recuperarse ante eventos disruptivos resulta crucial para la planificación y desarrollo de estrategias de crecimiento adecuadas al territorio de referencia. En este número del observatorio pretendemos analizar la resiliencia de los concejos de Asturias en términos de empleo, en los años más recientes acontecidos durante la pandemia del coronavirus. Para ello, se utilizan datos proporcionados por SADEI y por el INE sobre el empleo para el periodo 2019-2021 por concejos. El nivel de desagregación espacial permite capturar las diversidades locales dentro del Principado de Asturias. A partir de estos datos, se calculan dos medidas de resiliencia económica, la resistencia y la recuperación, para cada uno de los concejos asturianos. Nuestro análisis revela que los concejos asturianos han ofrecido, en términos generales, una resistencia económica en términos de empleo, similar o superior a la del conjunto nacional. Las mayores disparidades se observan en la capacidad de recuperación de los distintos concejos asturianos, mostrando el 68% de los concejos una reactivación en el corto plazo más lenta. En ausencia de una política de crecimiento adecuada, la diversa recuperación económica de los concejos asturianos podría resultar en una profundización de las brechas sociales y económicas existentes.

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Este mes se incorpora de manera presencial Silvia María Franco. Tras trabajar en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF), ha conseguido la beca doctoral Severo Ochoa, que le permitirá desarrollar sus estudios de doctorado durante los próximos cuatro años.

Su tesis se centra en los efectos económicos que genera la distribución de la riqueza en la evolución de los territorios.

Estamos seguros de que saldrán muchos trabajos de gran interés a partir de esta tesis doctoral.

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Las otras secuelas del COVID: impacto de la pandemia sobre el desempleo registrado en Asturias

Además de los efectos sobre diversos indicadores sanitarios, el impacto socioeconómico que las sucesivas olas del virus Covid19 han tenido en nuestra región se intuyen también importantes. Las diversas medidas diseñadas para mitigar su propagación ha afectado a la actividad económica, afectando tanto al nivel de actividad económica como a los hábitos de consumo. Las restricciones a la movilidad y a la propia actividad económica implementadas en los primeros meses de la pandemia y las regulaciones destinadas a reducir el contacto social que se llevaron a cabo con posterioridad han golpeado de manera general a los sectores económicos y a los territorios, si bien su intensidad ha sido también desigual. En este número del observatorio pretendemos estudiar cuál ha sido el efecto de esta crisis generada por la pandemia en el caso de Asturias, prestando atención a uno de los indicadores de referencia del mercado laboral como es el número de personas inscritas como desempleadas en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Para ello, analizamos las series mensuales de desempleados desde inicios de 2008 hasta febrero de 2020, tratando de extraer los patrones que ayudan a describir su comportamiento y predecir sus valores futuros. Una vez efectuado esto, comparamos las cifras que estas predicciones arrojarían entre marzo de 2020 y diciembre de 2021 con las cifras realmente registradas, y estimamos el impacto del COVID en términos de desempleo como la diferencia entre ambas. Este análisis se ha llevado a cabo tanto a nivel regional como prestando atención a grandes grupos de municipios. Nuestras estimaciones sugieren que, a escala regional, el efecto del COVID hizo aumentar la cifra de desempleados en torno a un 21% aproximadamente, si bien se observa cierta heterogeneidad dentro de Asturias.

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Evolución del coste de vida de los hogares asturianos: un análisis espacial y por nivel de renta

Después de una década de niveles de inflación relativamente bajos, esta se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los responsables de la política económica. La crisis de la COVID-19 se desarrolló con niveles de inflación bajos y estables y, de repente, de forma inesperada, cuando las economías encaraban ya la recuperación post pandemia, se produce un violento brote inflacionista que lleva la tasa de inflación a niveles desconocidos desde hace 40 años. Al principio, los economistas analizamos el fenómeno como un crecimiento de los precios impulsado desde el lado de la oferta debido al estancamiento de las cadenas de valor producido por la pandemia y al crecimiento de los precios de las materias primas, considerándolo un proceso transitorio que iba a ir diluyéndose a medida que retornara la normalidad. Sin embargo, la aceleración del proceso inflacionista y el shock de los mercados energéticos por la invasión rusa de Ucrania ha cambiado la percepción, pasando de ser un fenómeno “transitorio” a ser considerada una inflación “persistente”.
El aumento más retrasado pero significativo de la inflación subyacente, aquella cuya medida excluye los alimentos sin elaborar y los bienes energéticos, conlleva la identificación de dos fenómenos adicionales. El primero, que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios desencadenará una espiral precio-salarios difícil de controlar. El segundo fenómeno es el de las expectativas, lo que la gente o los mercados creen sobre la inflación futura, que señalarán hacia más inflación. Esta situación puso a los responsables de la política económica en la tesitura de actuar, aunque con reticencias ante la favorable marcha del crecimiento de la producción y del empleo y lo contradictorio de algunos análisis económicos. Fueron algunos de los economistas más influyentes, como Blanchard o Summers, los que dieron el empujón definitivo a los responsables de política económica de EE.UU. al señalar que la inflación estaba impulsada también por el lado de la demanda. Los ahorros generados durante la pandemia y los generosos estímulos públicos destinados principalmente a familias y a empresas impulsaron la demanda; el cambio en la demanda hacia bienes duraderos ocurrido durante la pandemia y el bajo desempleo y la existencia de vacantes sin cubrir eran claros indicadores que empujaron a la Reserva Federal a actuar con determinación aplicando políticas restrictivas.
En la eurozona la situación era diferente, no había síntomas de un crecimiento excesivo de la demanda, por lo tanto, las políticas restrictivas no eran la receta. Sin embargo, la contundencia de la Reserva Federal al aplicar sucesivas subidas de los tipos de interés presiona al BCE para que con cautela y tiento siga la senda de la política restrictiva, retirando el programa de estímulos monetarios y preparando el terreno para la subida de los tipos de interés.
Pero existe otro aspecto de la inflación más allá de las consideraciones macroeconómicas que es el que vamos a analizar en este observatorio. La inflación conlleva una caída de la renta real de los ciudadanos. Un reciente informe de la OCDE muestra que, aunque las perspectivas de crecimiento del PIB son positivas, las de la renta real disponible es negativa para los países desarrollados. Además, la inflación tiene un impacto desigual sobre la renta real de los diferentes grupos socioeconómicos, siendo los más afectados los hogares con renta más bajas.

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